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Entrevista en Levante sobre las sociedades secretas

septiembre 17, 2009
(Entrevista en Levante, por Alicia Toledo) 

El conocimiento que se tiene hoy en día de éstas sociedades secretas está muy condicionado por la literatura y el cine de consumo. ¿Hasta qué punto su imagen está influida, deformada…?

-No cabe duda de que, en efecto, la imagen de las sociedades secretas que se suele tener está muy distorsionada. No es extraño, puesto que la idea de que bajo nuestra aparente anodina sociedad cotidiana se esconda una sociedad secreta es uno de los argumentos más interesantes para el cine o la literatura.

El cine y las novelas contribuyen a dotar de un aura de misterio a estas sociedades…pero ¿hasta qué punto son éstas misteriosas?

– No todas las sociedades secretas son tan misteriosas como parece. Aunque suene como una perogrullada, para quienes pertenecen a algunas de ellas a veces hay poco secreto y no existe mucha diferencia con una empresa o una oficina cualquiera. Sin embargo, también es cierto que algunas sociedades secretas sí tienen una bien ganada aura de misterio, como los rosacruces, los asesinos del Viejo de la Montaña, los Clubs del Fuego Infernal o la Escuela de la Noche, de Walter Raleigh, a la que tal vez perteneció Shakespeare.

-Era su objetivo poner un poco de luz en todo esto?

Sí, uno de mis objetivos al escribir el libro era investigar la verdadera historia de las sociedades secretas, no dejándome llevar por la infinidad de falsas historias que circulan. Como digo en el libro, quizá la mía no sea la única posible historia verdadera de las sociedades secretas, pero, al menos, no se puede sumar a las mil y una historias falsas.

Y sin embargo, ¿querer explicar la verdadera historia de algo que se anuncia como secreto no es, en cierta manera, una paradoja?

Sí que lo es, y esa era mi intención, ya que soy muy aficionado a las paradojas, porque creo que esconden más verdad de lo que parece. Es obvio que sólo se puede contar lo que se ha llegado a saber de las diversas sociedades secretas que aparecen en el libro. Y así lo he hecho: he intentado contar lo que se sabe, sin inventarme lo que no se sabe. Cuando una teoría u opinión resulta dudosa lo indico siempre en el libro.

-El libro mantiene un claro tono erudito y, al mismo tiempo, la escritura es muy clara en todo momento, directa, compartiendo dudas y buscando complicidades. ¿Ha sido complicado este equilibrio entre la erudición y la difusión?

No. Quizá porque este es el estilo en el que más me gusta escribir, una especie de ensayo riguroso pero al mismo tiempo ligero y ameno, recuperando el sentido original de la palabra ensayo, tal como lo entendía Michel de Montaigne: un ensayo es un intento, una investigación, no un tratado o un libro de texto.

-¿Cuál es la razón de ser de una sociedad secreta? La esencia?

Una de las cosas que he intentado mostrar en el libro es que, en contra de las explicaciones simplistas, cada sociedad secreta tiene orígenes, objetivos, métodos y secretos diferentes. En cada caso he intentado desentrañar un poco ese secreto, descubrir cuál era el conocimiento que realmente poseían, que muchas veces no coincide con aquel del que presumían.

-¿Y qué hay del conocimiento secreto que se supone que buscan todas éstas sociedades?

Como he dicho, cada sociedad buscaba o guardaba diferentes secretos. En el caso de los masones medievales se trataba de técnicas de construcción; en el de los templarios, aparte de otras cosas, de una concepción económica que en cierto modo anticipó el capitalismo. Otras sociedades secretas intentaban trasmitir un saber espiritual o una tradición religiosa, como los cátaros.

-¿Qué objetivos persigue una sociedad secreta? ¿Comparten objetivos comunes entre ellas?

No es frecuente que las sociedades secretas compartan objetivos, excepto en el caso de las revolucionarias, como los carbonarios, los comuneros o los masones de España e Italia, de las que no hablo en el libro. Sí es cierto que hay semejanzas entre algunas, como la de los rosacruces y los modernos masones, y tal vez entre los templarios y los asesinos. Lo que sucede más a menudo es que unas y otras sociedades secretas se enfrenten entre sí.

-Y sobre las motivaciones para entrar en ellas. ¿Difieren en cada caso o se pueden extraer rasgos comunes?

Existen algunos rasgos comunes entre quienes ingresan en una sociedad secreta, como el deseo de llevar una vida emocional y espiritualmente más intensa; o la intención de relacionarse con personas de un círculo social al que normalmente no podrían acceder.

-¿En qué contexto surge una sociedad secreta, por alguna inconformidad, necesidades espirituales no resueltas o por la necesidad humana de sentirse diferente?

Por todo ello, y también por la represión y la prohibición, que a lo largo de la historia han hecho que muchas personas tuvieran que ocultar su religión, su ideología o su manera de pensar acerca de ciertas cuestiones.

-Como fundador de la Sociedad Decepcionista ¿A quién le cerrarías las puertas?

Hace tiempo que la Sociedad Decepcionista no se reúne, lo que parece una confirmación de su primera ley: que todo es decepcionante. La segunda ley asegura que, si no fuera todo decepcionante, eso sería una conclusión decepcionante para la Sociedad Decepcionista, lo que probaría la primera ley. Lamentablemente, creo que las puertas de la Sociedad Decepcionista  no volverán a abrirse.

-¿Podría dar unas pinceladas del abanico de sociedades secretas que han existido  a lo largo de la historia? ¿Han existido todas ellas o algunas son mero fruto de la fantasía?
En mi libro, para no escribir más de mil páginas (me quedé cerca de las 400) tuve que prescindir de muchas sociedades secretas, como las conspirativas o las criminales (Mafia, Ku Klux Klan, etcétera). Me limité a la esencia de las sociedades secretas: aquellas que presumen de poseer un saber oculto. A pesar de ello, me ocupo de decenas de sociedades, entre las que se puede mencionar: los magos persas, los pitagóricos, los druidas, los sicarios, zelotes, terapeutas y esenios judíos; los cristianos en tanto que sociedad secreta, los mitraístas, los asesinos, los cátaros, los templarios, algunas sociedades secretas nazis, los masones medievales y los modernos, los cabalistas, los rosacruces, los clubs del Fuego Infernal y otras extravagantes sociedades secretas inglesas, como  los Demoniacos, los Gormogones o el Club de los Bistecs; o la Golden Dawn o Aurora Dorada, a la que pertenecía Aleister Crowley, el llamado “hombre más málvado del siglo XX”. Casi todas las que aparecen en el libro han existido, aunque acerca de algunas de ellas se duda todavía, como en el caso de los fascinantes e influyentes rosacruces.

-¿Existen conexiones probadas entre las sociedades secretas de la Antigüedad o la Edad Media y las modernas?

Muy pocas. Una que es evidente e indiscutible es la que une a los masones medievales y los modernos masones.

-¿Se esconde la estafa en el caso de algunas sociedades secretas? ¿Cómo es que hay gente que cree ciegamente en lo que se le dice y se dejan timar de esta manera?

El secreto siempre puede favorecer la estafa, ya sea en una sociedad secreta o en un contrato bajo mano entre un alcalde y un constructor. Sí es cierto que muchos estafadores o aventureros se han servido de la influencia obtenida al ingresar en ciertas  sociedades secretas. En el libro me ocupo de algunos célebres farsantes, como Casanova, el Conde de Saint Germain o Cagliostro, hacia los que confieso que siento mucha simpatía. Pero no sé por qué la gente se deja engañar, a veces por trucos verdaderamente burdos, pero es evidente que sucede bastante a menudo.

-En su libro habla de la relación entre el cristianismo primitivo y éste tipo de sociedades e incluso de qué Jesucristo pudo pertenecer a una de ellas…
Se ha discutido mucho acerca de la relación que pudo mantener Jesucristo (en caso de haber existido, claro) con alguna sociedad secreta judía. Es muy posible que varios discípulos de Jesús fueran sicarios, una especie de grupo terrorista enfrentado a Roma, como el propio Judas (“Iscariote quizá deriva de “Sicariote”). Pero también se ha señalado que Jesucristo, por su pacifismo, parece estar más cerca de los esenios.

-¿Qué aportan las sociedades secretas a la vida pública?

Algunas de ellas han sido bastante influyentes en determinados momentos, como en el caso de los masones y la Constitución de los Estados Unidos. También fueron influyentes los asesinos, los templarios y los rosacruces (incluso aunque, en este último caso, no sea seguro que hayan existido). En muchos momentos las sociedades secretas han sido más permisivas que la sociedad dominante y han dado un ejemplo de tolerancia, pero no siempre.

-¿Internet es una herramienta a favor o en contra del hermetismo de estas sociedades?

Un buen investigador que use Internet y vaya más allá de los cien primeros resultados de una búsqueda en Google, podrá encontrar casi todos los secretos que muchas sociedades han mantenido ocultos durante siglos. Además, ahora en casi todo el mundo, exceptuando China y bastantes países musulmanes, son legales casi todas las sociedades secretas. Muchas de ellas también practican una política de puertas abiertas y trasparencia. A pesar de todo ello, existen ahora más sociedades secretas que nunca y la afiliación crece, en parte debido precisamente a Internet y a fenómenos como el de El código Da Vinci, que a pesar de atacar al Opus Dei, lo hizo más popular y contribuyó a que aumentaran las solicitudes para ingresar.

Las paradojas del guionista. Reglas y excepciones en la práctica del guión (Alba Editorial) es su último libro. ¿La idea era desmontar los tópicos que rodean el mundo del guión?

En realidad Las paradojas es el libro anterior. En él, como en La verdadera historia de las sociedades secretas, intenté exponer de manera rigurosa las diversas teorías acerca del guión. Aunque tengo opiniones personales acerca de casi cualquier asunto, me gusta dejar al lector espacio suficiente para que pueda pensar por sí mismo y, por ello, explico lo mejor que puedo las normas para escribir un buen guión, pero también muestro las paradojas con las que un guionista acaba encontrándose tarde o temprano. En mi opinión, el guionista no debe huir de ellas, sino disfrutar y aprender con ellas. Aprender a vivir en medio de la paradoja.

(Este texto son las respuestas a Alicia, no el publicado en Levante)